Las primera noticia del culto de San Nicolás en Rusia se puede encontrar en un texto escrito en 1110 que se refiere a una iglesia de San Nicolás construida en el año 882.
Otro testimonio proviene de la Catedral de Santa Sofía en Kiev, construida en 1037 en la que se conservó una imagen del santo más tarde conocido como San Nicolás mojado (Nikola Mokryi) porque se dice que resucitó a un niño ahogado en el Dnepr. La fama del santo, ya profundamente arraigada en Rusia, se hizo enorme tras este milagro.
En las ciudades rusas, el santo había venido del Mar Negro: de las ciudades griegas de Crimea había venido a Kiev, había hecho una parada en la ciudad de Novgorod, hasta Moscú en el siglo XIV. Un viaje marcado por la multiplicación de imágenes milagrosas entre las cuales una de las más famosas es la imagen monumental de Zarajsk, en la que el santo levanta el Libro y levanta su mano derecha como un signo de bendición, con una posa que recuerda el signo de la cruz. En estos íconos, el santo aparece como un verdadero salvador, el gran obrador de milagros, después de Cristo. La importancia de San Nicolás para los rusos es tal que merece el título de Russkij Bog, el dios ruso. Ellos mismos recuerdan con una broma que «incluso si Dios muere, siempre tenemos a San Nicolás».
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