El cuerpo de San Nicolás permaneció en Mira unos 750 años, mientras que su culto se extendió universalmente.
La traducción fue realizada en 1087 por un grupo de marineros y comerciantes de Bari que rompieron la tumba del santo y robaron su cuerpo para llevarlo al puerto de Apulia. Este evento causó un gran entusiasmo en todo el cristianismo. La caída de Antioquía en manos de los musulmanes en 1084 parecía de hecho la premisa de la devastación de Licia y la destrucción de la iglesia del santo, ya probada por los musulmanes 250 años antes.
Este evento todavía se conmemora hoy en día en las iglesias católicas y ortodoxas. La fiesta del 9 de mayo, junto con la de la muerte del Santo, el 6 de diciembre, constituyen dos grandes momentos de fe y piedad popular que involucran a miles de peregrinos católicos y ortodoxos que vienen principalmente de Rusia. El espíritu de la Fiesta de la trasferencia estuvo marcado desde el principio por un ecumenismo fuerte.
En el Sermón de la trasferencia, compuesto alrededor de 1093 en Kiev, encontramos escrito: Bienaventurada es la ciudad de Bari y santificada es su iglesia (Blaženyj po istine grad Barskij i cerkvi ego os vja ščenna). El ritual también está impregnado por un espíritu ecuménico, lo que subraya la abundancia de milagros que el Santo realiza tanto en Oriente como en Occidente.
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